Cómo cultivar Lavanda en Maceta y sus cuidados

La lavanda (Lavandula) es una hierba perenne, con una fragancia dulce y distintiva, lo que la convierte en una popular planta ornamental y medicinal. No es necesario disponer de un gran espacio para cultivar esta hierba aromática. Cultivar lavanda en maceta es sencillo, así que vamos a profundizar en ello.

Cómo trasplantar una lavanda

Es bueno regar la planta el día anterior a la plantación, ya que una planta seca se estresa, por lo que siempre es bueno regar entre 1 y 3 días antes de plantar o trasplantar.

Para quitar la lavanda de su maceta original, pon la planta de lado y presiona la maceta para separar las raíces.

Masajea suavemente el cepellón para aflojar las raíces finas. Esto facilita que las raíces se extiendan y crezcan en la nueva mezcla.

Coloca la planta en el lugar con cuidado y rellena el agujero con tierra hasta cubrir todas las raíces.

Presiona la parte superior de la tierra para enderezar la planta y riega hasta que el agua salga por los orificios de drenaje. Una vez plantada, déjala a la sombra durante unos tres días para que se recupere.

Cómo cultivar Lavanda en maceta

Elección de la maceta

Cuanto más grande sea tu lavanda, más grande tendrá que ser la maceta. Por lo general necesitan una base de tamaño considerable para acomodar las raíces.

Elige una maceta que tenga al menos 30 cm de profundidad, y no tengas miedo de ampliarla a medida que tu lavanda crezca.

Más importante aún que el tamaño de la maceta es su capacidad de drenaje. A la lavanda le gusta la tierra seca y se marchita rápidamente en ambientes demasiado húmedos.

Elige una maceta con muchos agujeros de drenaje (o añade algunos más con un taladro). Las macetas con platillos no son recomendables, ya que hacen que el agua se acumule cerca del extremo de las raíces.

Antes de añadir nada a la maceta, rellena uno o dos centímetros del fondo con pequeñas piedras o grava para facilitar el drenaje.

Ubicación

A la lavanda le encanta el sol y necesita al menos ocho horas de luz directa al día. Un porche o un balcón soleado son lugares ideales para tus nuevas macetas de lavanda.

La lavanda que recibe demasiada sombra normalmente seguirá creciendo, pero lo hará de forma más lenta, las flores serán menos abundantes e incluso la fragancia disminuirá notablemente.

Preparación del suelo

Todas las lavandas, grandes o pequeñas, necesitan una mezcla de tierra con un poco de arena que esté muy bien drenada. Aunque no es exigente con la tierra, debe ser alcalina, moderadamente fértil y bien aireada.

Puedes utilizar esta mezcla:

  • 3 partes de tierra para macetas (esto, junto con un poco de compost, añade riqueza)
  • 1 parte de arena de río (para que la tierra no se compacte)
  • 1 parte de guijarros de arcilla en el fondo de la maceta (para mejorar el drenaje)

Riego

Deja que la maceta de lavanda se seque por completo entre los riegos. Cuando riegues, hazlo en profundidad.

Mantener el riego hasta que el agua salga libremente por el fondo es una buena forma de asegurarse de que la planta recibe el riego que necesita.

En verano, riégala una vez a la semana y durante el invierno, riega con menos frecuencia, dejando que la tierra se seque por completo antes de ofrecer sólo el agua suficiente para mojar el primer centímetro de tierra.

Consejo: Como la lavanda es una hierba resistente a la sequía, ten cuidado de no regar demasiado la planta, ya que puede provocar la putrefacción de las raíces.

Cuidados de la lavanda en maceta

Abono

Abona la planta una vez cada 8-10 semanas, utilizando un fertilizante equilibrado, durante sus años de crecimiento.

Una vez que la planta está bien establecida, no es necesario utilizar ningún tipo de fertilizante. Consejo: Abonar en exceso la planta puede perjudicarla.

Poda

La lavanda puede mantenerse con una forma natural de arbusto o podarse para que se parezca a un árbol redondeado, dependiendo de la variedad.

En cualquier caso, es importante evitar la poda de las ramas gruesas y leñosas de la planta. En su lugar, céntrate en recortar las ramas frondosas, dejando unos centímetros de hojas entre el lugar donde cortas y los tallos leñosos.

Para fomentar el crecimiento de las flores, sólo haz una poda ligera de los tallos muertos en primavera y guarda tu poda pesada y de conformación hasta después de que las flores se hayan marchado.

Proteger del frío

La lavanda en maceta, especialmente las variedades menos resistentes, tendrá que ser llevada al interior durante el invierno, a menos que vivas en un clima templado.

Puedes guardar la maceta en el garaje y dejar que la planta entre en reposo absoluto, o colocar la planta frente a una ventana soleada de tu casa.

En cualquiera de los dos casos, el crecimiento se ralentizará considerablemente, si no completamente.

Riega la lavanda con moderación en invierno y devuelve la planta a su querido sol tan pronto como haya pasado la amenaza de las heladas.

Plagas y enfermedades

Aunque las lavandas están a salvo de las enfermedades, hay que tener cuidado con las infecciones por hongos que pueden producirse debido al frío y la humedad del suelo.

Las moscas blancas son fácilmente atraídas por las lavandas, alimentándose de la savia de la planta.

Para acabar con la mosca blanca bastará con rociarlas con agua y un poco de detergente, en un litro de agua pon una cucharadita y rocía la planta.

Cosecha de la lavanda

Es mejor cosechar la lavanda a primera hora de la mañana, ya que la fragancia está en su punto álgido y conservan la mayor parte de los aceites esenciales.

Empieza cortando los tallos, justo por encima de las hojas, cuando las flores se abran. Recuerda que cuanto más vayas a cosechar la planta, más crecerá, ¡hasta tres veces durante los veranos!

Si quieres almacenar esta hierba, una vez cosechada, átala en manojos y cuélgalos para que se sequen en un lugar cálido y sin luz solar directa, boca abajo. Esto ayudará a que conserven su color intenso y su aceite.

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