Puede parecer una idea extraña, pero mucha gente deja un clavo en sus plantas antes de un largo período de ausencia, y es un método que realmente funciona. Aquí te explico por qué deberías adoptar también este truco.
Cuando nos preparamos para las vacaciones, uno de los problemas que más nos preocupa es cómo mantener las plantas siempre hidratadas durante ese período de ausencia.
De hecho, es imposible regar las plantas regularmente si te vas de vacaciones durante algunas semanas. Es aquí donde entra en juego esta técnica original: dejar un clavo en las plantas para convertirlo en un sistema de riego casero.
Intenta dejar un clavo en las plantas para hidratarlas adecuadamente Para crear este sistema de riego, necesitarás un clavo de al menos 10 cm de largo y un metro y medio de hilo natural capaz de absorber agua, como hilo de lana, algodón o cáñamo. También necesitarás una botella grande que pueda liberar agua durante más tiempo.
Comencemos por ensamblar el dispositivo. Toma el clavo y el hilo y deja un trozo de hilo de 10 cm sobre la cabeza del clavo. Luego, envuelve todo el clavo con el hilo dejando solo 1 a 2 cm de hilo libre en el extremo. Cuando el clavo esté bien envuelto, haz un nudo para fijar el hilo. De esta manera, tendrás dos extremos: uno de 10 cm de longitud y otro extremo más largo.
Toma el extremo más largo del hilo y únelo a un objeto un poco pesado como otro clavo o un perno largo. Conecta este peso al cable. Luego, sumerge todo el dispositivo que acabas de hacer en agua durante unos instantes. El hilo absorberá el agua y se empapará por completo.
Cómo funciona el sistema de riego casero? Después de unos minutos, saca el dispositivo del agua y toma la botella. Llénala de agua e introduce el contrapeso con el hilo dentro de la botella.
Luego, asegúrate de que el clavo se inserte en el suelo dentro de la maceta donde crece tu planta. De esta manera, el agua se dispersará a través de las raíces de las plantas utilizando el sistema de capilaridad.
Cómo funciona esto? El principio de la capilaridad consiste en distribuir el agua en pequeños cubos de manera similar a los vasos sanguíneos, pero para las plantas. Utiliza las fuerzas de adherencia para asegurar el movimiento del agua contra la gravedad. Así es como se realiza el riego de las plantas a través del transporte capilar.