Primero, elige un durazno muy maduro, casi descompuesto.
En un durazno así, el hueso ya estará abierto. Corta el durazno y quita el hueso. Si no puedes encontrar un durazno así, con cuidado rompe el hueso con un martillo. ¡Ten cuidado de no dañar la semilla!
Coloca las semillas en un recipiente con tela natural para que reciban luz solar.
Humedece las semillas con agua de un rociador y cúbrelo con un paño. No es necesario regar demasiado. Cierra la tapa del recipiente. Deja reposar durante 2 semanas en un lugar soleado pero sin luz directa. Puedes abrirlo regularmente y verificar, y si es necesario, humedecer un poco (¡no exageres!).
Después de 2 semanas, algunas semillas comenzarán a brotar. Humedécelas de esta manera y déjalas por otras 2 semanas.
Cuando las semillas tengan brotes largos, puedes plantarlas con seguridad, ¡y es muy probable que echen raíces!
Un árbol de durazno cultivado a partir de estas semillas crecerá rápido y sin duda te dará una gran cosecha.