Aquí tienes las 3 reglas de oro para que tu ciclamen brille.

Con la llegada del otoño y la bajada gradual de las temperaturas, los aficionados a las plantas se entristecen al dejar de ver los hermosos colores de las plantas de verano.

Sin embargo, puede que no sepan que hay plantas con flores igual de hermosas que crecen y florecen incluso con las temperaturas más bajas. Tal es el caso del ciclamen.

Famoso por sus flores blancas, rosas o rojas, y su follaje en múltiples tonos de verde, es hora de cultivar el ciclamen.

Descubra algunas reglas de oro a seguir para tener unos ciclámenes espléndidos y exuberantes .

Agua correctamente

Un buen riego es el principal secreto para tener un ciclamen resplandeciente, sano y floreciente. He aquí los dos métodos mejor adaptados a la planta.

Regar desde arriba

El método clásico y más práctico es el riego por aspersión. Especialmente adecuado para periodos muy fríos, permite dosificar con precisión la cantidad de agua que se debe utilizar.

Para ello, riega desde arriba con una regadera y procura mojar sólo la tierra y no las hojas ni las flores.

Riego por inmersión

Consiste en colocar la planta con toda la maceta en un recipiente con al menos 5 ó 6 cm de agua y dejarla allí durante unos 30 minutos. Se trata de un método que debe utilizarse sobre todo en periodos de transición, cuando las temperaturas son medias.

Mueva su planta en función de la temperatura

El ciclamen tiene la ventaja de ser fácilmente adaptable tanto en el interior como en el balcón.

De hecho, contrariamente a lo que estamos acostumbrados a pensar, el ciclamen aprecia la temperatura pero no el frío. La temperatura ideal para cultivarlo es entre 10 y 15°C.

Para ello, puedes mantenerlo en el exterior. Sin embargo, si hace mucho frío, trasládala al interior, a una habitación sin calefacción artificial, pero no excesivamente fría.

Abone su ciclamen cada 3 semanas

Para tener un magnífico ciclamen, es necesario utilizar un abono específico para plantas de flor, es decir, a base de un alto contenido en potasio y fósforo.

Para utilizar este producto, dilúyalo según las proporciones indicadas en el envase. Como norma general, debe utilizarse una vez cada 3 semanas.

Sin embargo, existen opciones naturales más eficaces como las cáscaras de plátano. Ricas en potasio, puedes utilizarlas con gran efecto convirtiéndolas en pequeños trozos y esparciéndolas por el suelo de la planta. De nuevo, hazlo cada 3 semanas aproximadamente entre septiembre-octubre y febrero-marzo.